lunes, 14 de marzo de 2016

A mis cuarenta y pocos (y V)

La respuesta definitiva, la réplica insoslayable me la dio El Troll. Íbamos al cole en coche por la mañana. El Futbolero y El Troll peleándose, claro. Y La Reina De La Casa parloteando a su rollo, quizá intentando contarme el cuento que su profesora les contó el día anterior, versión ampliada y embellecida. El jaleo dentro del coche era enorme. Mis fuerzas, cualquiera de mis ánimos, el más mínimo de los alientos… desaparecidos todos. Bastante tenía con no salirme de la calzada, inmerso por una parte en la duda de si me había llegado la crisis, e inmerso por otra en el ruido que no cesaba.
Cuando el galimatías de palabras bajó un poco de intensidad, acerté a decir:
–Cansáis a las piedras, majos –en nuestra ciudad es obligatorio terminar todas las frases con “majo”.
–En verdad os digo que si éstos se callan, hablarán las piedras.
Juro sobre la guitarra de Zappa que dentro del coche se escuchó esa frase exactamente. Y no terminaba con “majo”.

¿Y quién fue el locutor de la frase? ¿Un ángel bajado del cielo dispuesto a iluminarme? ¿El mismo Dios dando respuesta a mis cuitas? ¿El coro de la gloria eterna abriéndome de par en par las puertas del cielo tras haberme estrellado con el coche…?

La frase fue una respuesta para mí, no tardé en darme cuenta. Ése era el sentido. No sé si estoy o no en la crisis esa. La cuestión es el ruido.
Las muertes de tus héroes o de tus “cobardes”, el futuro descifrable en el comportamiento de unos animales, el bienestar de tu familia, el miedo al colapso, la crisis de los cuarenta, tus hijos peleándose… la vida es ruido. Por más que mi estimado M se empeñe en decir que la vida es amor o donación o lectura incontrolada de clásicos rusos… antes que todo eso la vida es ruido. Palabra de heavy.
Todo lo que se te viene encima, a lo que puedes estar más receptivo o menos, o que lo puedes saborear más concentrado o diluido, o que tu sensibilidad puede ser más afín o lejana según circunstancias… Lo que sea, todo se resume en ruido. Y todo fue muy bien en mi vida hasta que en mi vida mi ruido cambió. Cuando ella calló, las piedras hablaron.
Y fue El Troll, en su recién revelado talento como profeta, quien lo dijo. Y créeme, no conviene llevarle la contraria a El Troll. Lo finalmente importante, lo que cierra esta breve historia, es que la crisis que abrió La Reina De La Casa con sus cuatro años sorprendidos ante mis cuarenta y dos, que me llevó a toparme con una sucesión de noticias e historias, que a su vez me llevaron a doblegarme ante un ruido diferente al de mi bajofuncional familia, no dejaba de ser una mera cuestión de foco. Sólo eso. De no dejar hablar a las piedras y que sean estos quienes me hablan.

Lo siento, M. No hay crisis. No es verdad. Nos la has intentado colar, pero no. Igual es que en tu casa esa banda de estorninos de la que hablas hace poco ruido.

2 comentarios:

Madreconcarné dijo...

No es posible. No. No. No. NO. No puede haber dicho eso. No.
Eso es de replicante premium.

(¿Y sabes por qué no? Porque Caradefresa cada día se le parece más. ¿Ahora qué hago yo con una protoCandace-troll?)

(Yo sólo quería una vida normal, con un trabajo normal y una familia normal, pero como dijo La Jefa "una cosa normal, no la podías hacer, tú." En su momento me pareció gracioso.)

Yo es que con lo de las crisis, es como con lo de la reencarnación. Que me niego, vamos.

anarcotradicionalista dijo...

Más alucinado me quedé yo cuando se lo oí. Creo que dije algo así como "ahora vas y lo cascas". Y El Troll me preguntó que porqué, que qué tenía de raro lo que acababa de decir...

La que me espera con estos mimbres.